Cuando parece que el mundo natural ya no puede sorprender más, se descubre una nueve especie vegetal o animal o alguna nueva propiedad en las ya conocidas que deja boquiabierto.
Cuando parece que el mundo natural ya no puede sorprender más al ser humano, al final siempre se descubre una nueva especie vegetal o animal o alguna nueva propiedad en las ya conocidas que deja realmente boquiabierto.
La segunda vida de algunas especies africanas
Este es el caso de las plantas que pueden resucitar por efecto del agua, tras meses o, incluso, años de sequia. La fisióloga vegetal sudafricana Jill Farrant lleva cerca de 20 años estudiando estas especies, presentes en el continente africano, que pueden quedar casi técnicamente muertas, en un estado similar a la disecación, pero revivir entre 10 y 72 horas después de la lluvia.
Según explica la también profesora de Fisiología Molecular de Plantas de la Universidad de Ciudad del Cabo, estas conocidas ya como “plantas de la resurrección", “pueden perder hasta el 95% de su agua", lo que las lleva a tener la apariencia de deshidratación que adoptan. Pero el hecho de conservar ese mínimo 5% de agua es lo que favorece que, en cierto modo, renazcan.
Recuperadas de un glaciar
No obstante, y también recientemente, un equipo de investigadores de la Universidad de Alberta ha conseguido “resucitar" un tipo de plantas –denominados genéricamente briofitos, entre los que están incluidos los musgos- que se descubrieron sepultados bajo el hielo de un glaciar y que se estima que hayan permanecido así en torno a 400 años.
Estos briofitos salieron a la luz con la retirada de los glaciares y, hasta el momento, han sido los únicos que han podido revivir en un laboratorio. El buen estado en el que se encontraban sus estructuras e, incluso, la presencia de brotes verdes en algunas plantas fueron las señales que los investigadores valoraron como clave para poder completar el proceso.
Así, tas tomar fragmentos y cultivarlas, consiguieron obtener hasta siete tipos diferentes de plantas con las que se demuestra que las briofitas, que son el grupo de plantas terrestres más sencillas, son también mucho más resistentes de lo que hasta ahora se había sospechado, por lo que podrían incluso emplearse para desarrollarse en ecosistemas polares.